«Una vida rápida es una vida superficial» decía Carl Honoré en su libro Elogio de la lentitud.
Y es que de tanto hacer, nos olvidamos de ser. Pero todo esto suena a cliché. Al fin y al cabo, ¿qué somos si no lo que hacemos? Nos convertimos en nuestras acciones, nuestro actuar nos define. Así que lo importante será preguntarnos si esto que hago todo el día todos los días es lo que quiero que me defina.
Y para esto es necesario hacer una pausa y en un par de minutos hacernos la pregunta y en otro par de minutos reflexionarla.
Tal vez esto no será suficiente para conectar con lo valioso de toda una vida pero si es un inicio y si lo convertimos en hábito encontraremos que esa pregunta nos hace ser más intencionales cada día; hacer las cosas sin desviarnos de nuestro objetivo.
La pausa sirve para todo. Yo después de mucha pausa, me pregunto cómo pude vivir sin hacerla durante tanto tiempo.
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En la pausa encontramos lo que nos molesta y no nos deja estar quietos, lo que nos hace ruido en el trabajo, en alguna relación, en la pareja, en el estilo de vida.
En la pausa encontramos lo que quisiéramos hacer, lo que soñamos, de hecho, la pausa nos ayuda a soñas y a ponerle pies a esos sueños y hacerlos realidad.
Tambien en la pausa hacemos consciencia de lo que queremos dejar de lado, cambiar, botar a la basura porque estorba en nuestra personalidad, en nuestro carácter o en la forma como hacemos las cosas.
La pausa es silencio, es respiración consciente, es sentir el cuerpo, es describir una emoción. La pausa es en cierto sentido aburrimiento, pero también es apertura a nuevas ideas. ¿Acaso los grandes inventos no surgen de los momentos en los que aparentemente no estamos en la tarea de crearlos? Por ejemplo en el baño o dando un paseo o mirando una puesta de sol.
Se nos olvida la importancia de la pausa porque no podemos estar sin hacer nada. Vivimos en una cultura del hacer donde nos han dicho que el tiempo es oro, que es un recurso limitado y que no lo podemos recuperar. Que el tiempo perdido no vuelve. Y puede ser cierto desde el punto de vista de la ciencia del tiempo, pero no significa que hacer una pausa sea exactamente eso.
Así que hoy te propongo redefinir la palabra pausa para que no la asociemos con la pérdida de tiempo sino con la inversión en una práctica que rendirá sus frutos pronto. Como si se tratara de poner nuestro dinero en Wall Street.
La pausa es un hacer consciente de silencio, reflexión y presencia que lleva a una acción intencional en favor de una meta concreta. Es decir, la pausa es como la construccion del proyecto que lleva a la acción concreta de construirlo. La pausa nos ayuda a no desviarnos de esa meta.
No somos robots. Las rutinas, los conceptos de eficiencia y eficacia, la automatización de nuestras tareas, la comparación constante y la competencia con los otros nos restan la consciencia de nuestra humanidad y del aporte único que cada uno hace al universo.
Eso es lo que al final podrá hacer una máquina, un robot o la IA. Lo común a todos, lo que no requiere de nuestra originalidad como seres humanos.
No nos sigamos dejando convertir en simples hacedores, porque en realidad somos es creadores de infinito potencial. La creatividad viene de la pausa.
Así que hoy te invito a que la incorpores en tu vida y te des el espacio para parar unos minutos, para no hacer absolutamente nada, o para hacer conscientemente algo sencillo.
Gózate la vida, saborea la y disfrútala. La vida es larga pero no tanto.
Con cariño,
Emily
De acuerdo contigo Emily.
La vida tiene sus momentos y solo en estos momentos de reflexión es que podemos redefinir nuestro sentido de vida.
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